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Stor(ies)y

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He sido muchas personas a lo largo de mi vida, he sido muchas cosas y me han llamado muchas cosas. Cuando hablo con los chavales en clase acerca de quiénes son y con qué se identifican pienso mucho en las propias respuestas, en lo que diría mi versión de dieciséis y en la de seis. Siempre me ha hecho gracia la identidad, su dinamismo y fluidez. Soy Claudia, para el público general, Clau para los amigos y Claus si me conoces bien. He sido Cat para muchos otros, Claudita para mi padre, Klau es mi identidad propia, Clods como novedad y Cloud para uno ¿y para ti? Mientras escribo esto pienso en la canción que Nick Jonas canta en Camp Rock 2,  Introducing me , supongo que es lo que hago en cada uno de los escritos y en cada saludo. Me presento, aunque quién soy nunca es algo en abierto. Nunca he escrito una autobiografía porque para ello tendría que tener recuerdos y esta mente mía sufre amnesia colectiva ¿Quién era antes de los doce? realmente, lo desconozco. No hay en este hueco que tengo

8/26

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Hoy hace ocho veintiséis de febrero. Desde entonces han pasado muchas cosas, he respirado aliviada me he quitado una carga que creí haber convertido en parte de mi ser para siempre y me he convertido en quien jamás creí llegar a ser. Es este día en el que pienso cada vez que el mundo se me viene encima y creo que no podré llegar al siguiente  valle. Es el 26 de febrero cuando recuerdo que hemos estado peor y hemos llegado a puerto.  No diré que desde entonces no he vuelto a caer en pozos de los que antes creí no ser capaz de salir porque la marca de mis dientes en el brazo dice lo contrario, y sigo siendo incapaz de gestionar nada sin estar un rato debajo de la mesa - como si tuviese 7 años y siguiese buscando un hueco donde nadie me encontrase - Mentiría si no dijese que a veces pienso que reproduzco comportamientos de perrito abandonado, cuando a otros me queda pequeño el mundo. Supongo que son vaivenes con los que hay que lidiar, nada tan grave, nada tan hondo, sé navegar.  Hay días

Supr.

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Me ahogo en la nada que me abarrota los pulmones, tomo aire y no entra. El estómago dando vuelta como si me hubiesen instalado una noria. Pozo. Lo peor es que la solución me la conozco, viejas amigas que se reencuentran. Sé perfectamente cómo hacerlo, se trata de seguir la línea de puntos, arrancarlo y echarlo a la basura. Desde ahí puedo ignorarlo completamente, no es mío, ya no. Me lo he extirpado como al apéndice, porque sobra, porque no hace falta ¿Os he dicho alguna vez que soy extremadamente práctica? no tengo permisos de obra, los he roto, los he quemado junto a la rueda.  Pienso en cuando con 15 hice lo mismo, recorté tranquilamente, deshechos. Porque así es más fácil, porque no quiero meterme en remolinos extraños de los que no quiero salir ahogada (de nuevo). Quiero pensar que lo que una vez funciona, también a la segunda. Síndrome de abstinencia temporal, todo pasa.  Reconozco que las cosas tranquilas me dan menos miedo, prefiero no inscribirme antes que jugarme a que salga

Gracias

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 Recuerdo sus ojitos brillantes de expectación cuando llegué.  Curiosos frente a nueva asignatura y nueva profe. Casi tan nerviosos como yo que, por primera vez, pisaba un aula. Quizá esta no sea mi primera promoción, la primera que acompaño hasta el final del bachillerato, pero sí los primeros a los que acompañé durante dos años enteros.  Cogí a un grupo de críos de quince y dieciséis años y les llevé de la mano a la puerta de la universidad cumpliendo la mayoría de edad. El año pasado decía que eran mis niños, y lo sigo diciendo. Han sido protagonistas de mis primeras veces, primeros errores y aciertos, dudas y confidencias. He aprendido tanto de ellos... quizá incluso más de lo que les he enseñado.  Con ellos me he reído, me he enfadado y he mejorado como profe, o al menos eso quiero creer. Nos hemos mejorado mutuamente. Y es que, a lo tonto, hemos terminado 2º de bachillerato, con baches, días malos y no tan malos, anécdotas y riñas, pero hemos llegado. Cuando quise darme cuenta ha

Peter tiene miedo a volar

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Sinceramente, llevo mucho tiempo sin manifestarme por aquí, lo que no significa que no haya escrito, o que no haya necesitado hacerlo en algún momento. También he de confesar que quizá este ha sido uno de los mejores años que he vivido, quizá en parte se deba a que, a pesar de todos los pesares, me he levantado feliz cada mañana por llegar a subirme a la tarima, pensar una vez más que me iba a caer de ella, y enseñar, hablar y debatir con los chiquillos, no tan chiquillos, que allí me esperaban. Si en algún momento dudé si lo de ser profe era para mí, os afirmo después de mi primer año que lo estaría haciendo el resto de mi vida y que voy a echar de menos a cada generación que lleve a EBAU (o el nombre que le quieran poner).  Frente a mí se abre ahora un nuevo camino, siento que he cambiado en muchos más aspectos de los que querría haber cambiado, aunque en otros, muy a mi pesar, aún debo seguir trabajando. Me sigue costando no recurrir a la ira en lugar de manifestar cómo me estoy sin

Ahora soy yo

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Me encontraba en un pozo profundo, del que creí no saber salir nunca. Braceaba tratando de no ahogarme, de mantenerme a flote pero, siendo sincera, no creí que aquello fuese a durar mucho. Tenía -y tengo- pavor al fracaso, me veía inútil frente a la pluralidad de éxitos que veía frente a mí, incluso cuando no eran para tanto alboroto. No era capaz de comprender que el éxito de otros no era mi fracaso, y eso estaba emponzoñando mi alma. Recuerdo estar frente a una taza caliente de nesquick, en un día no tan frío como parecía, lamentándome porque aquel que había hecho las prácticas conmigo, y había obtenido más nota en ellas, acababa de empezar a trabajar en un colegio privado. En uno de tantos a los que yo había mandado el currículum sin ninguna novedad. No era consciente de que, en apenas un día más, iba a recibir la esperada llamada, aquella que jamás esperé llegar a responder.  Llegó el esperado día, el día D. Pasé tres horas hablando con diferentes personas, mostrando la mejor de mi

Enveneno

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He sido un fantasma, un espejismo, una idealización, llámalo como quieras, pero irreal. A veces yo tampoco sé quién o cómo soy, me confundo entre la imagen que quiero dar y lo que soy, mezclo ambas y se diluyen. Quizá por eso un día digo blanco y al siguiente digo negro, indecisa y contradictoria, por eso soy una ilusión, cuando quieres llegar a alcanzarme me desvanezco, porque, en realidad, nunca he estado.  He crecido creyendo que era menos que el resto, por eso siempre que conozco a alguien trato de caer bien, de sentirme a su altura, validada, reconocida. Busco la palmadita en la espalda que nunca he recibido en casa fuera de ella. Esto hace que también sea insegura con todo aquello que hago, nunca creo que esté lo suficientemente bien, que sea lo suficientemente bueno, o que merezca la pena, me suele costar reconocer en público, o en alto, mis logros, aunque internamente lo suelo hacer, salvo días puntuales. Eso no quita que tienda a necesitar un refuerzo positivo. Nunca he sido e