Gracias

 Recuerdo sus ojitos brillantes de expectación cuando llegué.  Curiosos frente a nueva asignatura y nueva profe. Casi tan nerviosos como yo que, por primera vez, pisaba un aula. Quizá esta no sea mi primera promoción, la primera que acompaño hasta el final del bachillerato, pero sí los primeros a los que acompañé durante dos años enteros. 

Cogí a un grupo de críos de quince y dieciséis años y les llevé de la mano a la puerta de la universidad cumpliendo la mayoría de edad. El año pasado decía que eran mis niños, y lo sigo diciendo. Han sido protagonistas de mis primeras veces, primeros errores y aciertos, dudas y confidencias. He aprendido tanto de ellos... quizá incluso más de lo que les he enseñado. 

Con ellos me he reído, me he enfadado y he mejorado como profe, o al menos eso quiero creer. Nos hemos mejorado mutuamente. Y es que, a lo tonto, hemos terminado 2º de bachillerato, con baches, días malos y no tan malos, anécdotas y riñas, pero hemos llegado. Cuando quise darme cuenta hacíamos el último examen del curso, celebrado con algunas chucherías, como manda la tradición, y al día siguiente les veía subir con sus mejores galas al escenario. Les vi subir los escalones que les llevarían lejos del colegio, de mi aula y de sus pupitres con cierta morriña. Volveré a esas aulas, con los mismos temarios, mismas sillas y misma pizarra, pero ya no serán ellos. Es como dejar crecer a tus propios hijos, dejarles volar del nido, y da pena. 

Seguramente a alguno no le vuelva a ver, quizá a otros sí... desconozco lo que les depara la vida, solo espero que sea la mejor que puedan vivir. Me gustaría pensar que algún día volverán la vista atrás y se acordarán de su profe de filo. Quizá vean el nombre de algún filósofo y recuerden los esquemas caóticos de la pizarra. Por mi parte, no olvidaré nunca a los 30 que formaron mi primera clase de filosofía, a mis primeros niños. Ojalá sean conscientes de que, estén donde estén y pase el tiempo que pase,  siempre tendrán un lugar al que volver y donde sentirse comprendidos y acompañados.

Gracias, a los 30, por dejarme ser vuestro podcast este curso. Nos vemos fuera del aula. 


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