al filo del abismo
Con frecuencia siento que el mundo pesa demasiado sobre mis hombros, parece que no hago nada más que querer convencerme y querer convencer a los demás de que estoy bien, que todo va bien, que puedo, que sigo como siempre que no he regresado a ese pozo sin fondo del que no tengo claro haber llegado a salir, parece que siempre me quedo al borde, danzando a ver cuánto tardo en volver a sus tinieblas, jugando a precipitarme al vacío una y otra y otra vez.
La sensación de que alguien me está ahogando, que me vuelven a encadenar las alas, esas que pensaba que había recuperado pero que aún tengo muy frágiles y me asusto al pensar que se puedan romper de nuevo, que las pueda perder, que no vuelen, que el pajarito se quede de nuevo a la vera del mar contando nubes o estrellas. Solamente pienso en que pasará, que todo pasa, que mañana es otro día, que será otra noche... que será...y no siempre es. Tengo tanto que decir, y en cambio mis palabras caen en saco roto, es como gritar mientras el sonido de mi auxilio se lo lleva el viento, y termino desahogando y deshaciendo nudos en libretas, por miedo a contar, a hablar , a enseñar.
Llevo el alma hecha pedazos, como si fuese arena, pero hace tiempo que perdí las ganas de querer reconstruirla y parece que no me queda otra que admitir que siempre tendré grietas por las cuales sangraré más de lo que me gustaría admitir; llevo una losa en los hombros que solamente sostengo por puro masoquismo y cabezonería aunque no sé cuanto más. Game Over.
La sensación de que alguien me está ahogando, que me vuelven a encadenar las alas, esas que pensaba que había recuperado pero que aún tengo muy frágiles y me asusto al pensar que se puedan romper de nuevo, que las pueda perder, que no vuelen, que el pajarito se quede de nuevo a la vera del mar contando nubes o estrellas. Solamente pienso en que pasará, que todo pasa, que mañana es otro día, que será otra noche... que será...y no siempre es. Tengo tanto que decir, y en cambio mis palabras caen en saco roto, es como gritar mientras el sonido de mi auxilio se lo lleva el viento, y termino desahogando y deshaciendo nudos en libretas, por miedo a contar, a hablar , a enseñar.
Llevo el alma hecha pedazos, como si fuese arena, pero hace tiempo que perdí las ganas de querer reconstruirla y parece que no me queda otra que admitir que siempre tendré grietas por las cuales sangraré más de lo que me gustaría admitir; llevo una losa en los hombros que solamente sostengo por puro masoquismo y cabezonería aunque no sé cuanto más. Game Over.
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