No sé si creo
Se me atragantan, se me anudan, y me hago un lío con las palabras, formo un nudo de nuevo que nunca supe deshacer. Creí por un momento que las penas que llevo en la espalda se habían apagado, que no volverían a aparecer , o que al menos no me harían volver a llover sobre el teclado.
Siempre te dicen que después de la tempestad viene la calma, y yo siempre he pensado que después de la calma viene la tempestad, el no poder dejar de estar alerta, porque en cuanto te confías, en cuanto crees que el sol va a brillar casi eternamente, que no va a volver a ser como antes, se apaga la función y te encuentras en el mismo abismo negro en el que has estado durante años.
Siempre que algo me hace feliz, me lo quitan, si ellos escriben mi destino, sé que acabaré en el fondo del acantilado, porque todo lo que me de una pizca de alegría, a ellos les quema por dentro, les revienta, y es posible que eso sea la causa, de asustarme cada vez que veo que algo me puede llenar internamente, y me apetece salir corriendo, para no perderlo de nuevo.
No me dan tregua, ni paraguas, no hay avisos ni llamadas, en cuanto te das cuenta te cae la tromba, y no sabes de dónde sacar fuerzas para aguantar una vez más, para ser Atlas pero en pequeñito, para inundarte por dentro con un mar de lágrimas, y pensar que algún día ya no habrá cadenas.
Esta vez no hubo aviso, el mundo se me vino encima, demasiado acumulado, y como siempre vuelvo a pasarme la mano por las cicatrices que llevo por pulsera, recordando que si entonces pude ahora puedo.
O eso creo.
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