Límite

Porque al final me paso la vida huyendo, escondiendo las mil puñaladas que llevo en la espalda, y que por desgracia no consigo cerrar nunca. Cada día mi agonía continúa, y no veo que vaya a terminar nunca, intento aguantar, de verdad, pero todo esto me viene grande, hace mella y escuece.

Cada día que pasa encerrada en una jaula que debería ser el lugar que más seguridad me da, añadiéndole nuevas cadenas a mis tobillos, y éstas pesan tanto que ya casi no puedo ni caminar. Me tiemblan las rodillas, esas que tengo llenas de heridas de todas las veces que me he caído , no recuerdo pasar un solo día sin que se me empañen los ojos al abrirme de nuevo unas cicatrices que nunca curan.
Agoto mis fuerzas en tratar de tener un mínimo de esperanza, soñar despierta en que el día de mañana no será igual que el de hoy, que las paredes no se me caerán encima, que mañana por fin en mi lluvioso interior brillará el sol, pero cuando lo hace...es apenas unos segundos y no me da tiempo a compensar toda la lluvia que llevo dentro. Escribo a la desesperada, la tormenta interna se me desata y no sé a qué puerto aferrarme, me veo muy lejos de tierra, perdida en medio del océano. Lo peor es que no quiero volver.

Quizá yo soy muy torpe, quizá es culpa mía, o...ya no sé ni qué hago mal, cuando intento mejorar las cosas solo se me empeoran, y acabo hundiéndome presa de un ancla que lleva años atada a mi cintura, cada día más pesada, apretando más la cuerda contra mi piel, juraría que por esas heridas se me escapa el alma. Aún con los ojos inundados, las fuerzas bajo mínimos, y las esperanzas en polvo, sueño con abrir un día una mochila y huir, porque no puedo más, estoy al límite, y os juro que esto me viene grande hasta a mí. 



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