Héroe

He aprendido desde muy niña que las peores palabras vienen de casa, que no eres nunca el héroe de la película, que el villano está en tu propia familia, y a menudo me invade el miedo a convertirme en lo mismo que es ella. 
Vuelvo a escribir aquí, porque dejar que se me congelen los ríos que tengo por mejillas ya no me alivia, porque a veces me veo muy cerca del suelo y solo se me ocurre cerrar los ojos para no ver el golpe.

Lo primero que me viene a la cabeza cuando pienso en mi tortura personal, es la de noches que me he pasado con la cabeza enterrada en la almohada tratando de soportar el dolor que su presencia me inflige. Me vendieron desde siempre unos brazos abiertos, comprensivos, llenos de cariño y ganas de cuidar, cuando lo único que he recibido han sido golpes, físicos o emocionales, he crecido con la ley del garrote, y a menudo he querido dejarme vencer. 
Ni sé de dónde demonios he sacado las ganas o la fuerza para seguir tachando días del calendario a la espera de salir de aquí, de un mundo donde las paredes se me caen encima, un mundo donde no encuentro escondites suficientes para que no me hagan daño. Pocos saben la de madrugadas que me he pasado en el borde de la terraza, viendo el amanecer mientras en mis mejillas se anochecía por fin; he rebuscado mil veces en mi memoria para saber cuándo hice algo tan malo para sufrir esta condena, y si alguien lo sabe que me lo diga.

Me dicen que la siga queriendo, por ser quién es, a pesar de que ella me ha sesgado las alas, las ganas, las ilusiones, las esperanzas, y si con cada paso suena un tintineo...es mi alma, que se ha roto con cada año que pasaba, con cada golpe en la espalda, con cada bofetada, con cada insulto afilado, y con cada día que he visto que a pesar de poner todas mis ganas en ello, para ella nunca soy suficiente, nunca va a aceptarme, y me tortura pensar que quien me ha dado vida, no me soporte. 
Yo que he hecho todo lo posible para no molestar, para no hacer daño, mendigando un simple atisbo de cariño, vuelvo a desbordar mis ríos sobre las teclas de un ordenador.
Dadme tregua o me rompo, no puedo. 



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