Desilusión.


Como el salto al vacío
Como cuando dejas de sentir el cuerpo en el agua helada
Como si te quemases con el fuego...
Porque yo ponía la mano en el fuego, una y otra, a ojos cerrados.
Se ve que no aprendo.

La estupidez de querer confiar de nuevo,
de soñar con que no te vuelvan a romper...
y aquí estamos.
Deshojando el dolor que me lleva comiendo por dentro este tiempo en palabras cargadas con todos mis pedazos.

Desilusión.

En cinco minutos,
incluso menos, hiciste que algo se me rompiese por dentro.
Si no has sentido nunca que te rompen el alma...
que envidia.
Porque soy capaz de soportar cualquier dolor físico,
pero ese no.

Te quema, 
te arde,
te paraliza,
y no te deja pensar en nada más.
Como si te estuviesen comiendo por dentro, 
como si te matasen.

Confianza.

Era todo lo que teníamos y lo que ya no puedo darte como antes.
Ya no estamos en igual condiciones.
Me prometiste no hacerme nunca daño,
pero lo hiciste sin querer,
no podías, no querías, y aún así.
Está hecho.

¿Y qué hago yo ahora?
Si cuando antes tenía luz, han vuelto a ganar las sombras.
He intentado abrazarme y me he cortado con mis pedazos.
Y ahora no me queda otra que sentarme, observar como una vez más me han roto, y sigue doliendo como la primera, como de nuevo vendrán a repararme para romperme otra vez.
Es un maldito círculo vicioso.

Dejadlo, que prefiero quedarme rota, cuidando de cada uno de mis pedazos que tienen más tiritas que vida.
No quiero que nadie venga intentando ser mi héroe, 
ya no.
Que me he cansado, que ya me he roto demasiado, que yo nunca funcionaré bien del todo.
Eso, o que no me veo capaz de otra hostia parecida,
pero siempre me han dicho que soy algo masoquista.
Que me gusta lo que me hace daño, 
solo por ver cuanto sería capaz de aguantar, 
y quedarme compadeciéndome en una esquina de la cama, 
la más alejada de la ventana que por ahí entra luz, y me asusta ver en lo que me he convertido.

Ayuda.
Pero no quiero que me ayudes.

Sigo suspirando con la mirada alta en un intento de calmar el dolor que tengo dentro.
Ese que no sé superar, ese que es tan conocido que no sé porque aún no tiene nombre.
Ese que esta vez, tiene el rostro de la persona que nunca pensé que iba a tener.

Olvidad lo de antes, voy a volver.
Porque es lo que hago siempre,
volver.

Volveré a confiar,
a querer,
a volar sin alas,
a caer,
a romper,
a sufrir,
y a empezar.

Pero tú,
que has causado el dolor esta vez,
espera,
porque la confianza en ti va a tardar en volver.
Paciencia.
Que nunca me has visto rota.
Y mejor, porque soy capaz de hundirte con el dolor que refleja mi mirada.

Comentarios

Entradas populares de este blog

Stor(ies)y

Supr.

Peter tiene miedo a volar