Mi alma de bombilla
Me siento como si fuese una bombilla que nunca llega a funcionar correctamente, en su momento perdí el manual de instrucciones y ahora no consigue repararme ni el mejor de los electricistas. Estaría mintiendo si dijese que no ilumino, que mi tenue luz por momentos no es la más brillante de la zona, y me siento como si por mis venas corriese una descarga eléctrica, siento el pecho a punto de estallar, lleno de energía, de amor, de una ilusión que me impide ver negro ni el más terrible nubarrón. Juro que ilumino con mi sola presencia como si hubiese un enorme árbol de navidad, y no puedo creerme más dichosa, y siento que el camino tenebroso que he recorrido al final ha dado sus frutos y se ha convertido en una senda dulce, una travesía ligera... pero parece incluso demasiado bonito para ser un sueño y a menudo se rompe.
No sé si se rompe el sueño o mi alma de bombilla, pero parece como si alguien hubiese cortado un cable dentro de mí y me apago. De golpe todas mis luces se van, y no corretea por mis venas más que un silencioso vacío, y es como si le quitases la botella de la mano a un alcohólico porque de pronto me paro y miro a mi alrededor como si hubiese despertado de un trance. No importa la emoción que hubiese tenido hace apenas dos segundos, no importa las ganas que le hubiese puesto a mi proyecto, o a cualquier cosa que requiera un mínimo de ilusión, porque me he apagado y todo parece que se ve borroso, no veo colores, ni luces, ni tampoco veo el camino que tan claro he tenido todo este tiempo, solamente mi mundo se funde en negro y me quedo ciega y sola sin reconocer mi propio cuerpo.
Un perdigón que rompe mi cristal, que estropea mis cables, esos que tantas veces he vuelto a construir ya no sé ni con qué manos pues las tengo destrozadas de auto curarme, y me confié, todo este tiempo, me confié, en que por fin todo ya había terminado. No esperaba ninguna bala, ningún cable fundido, pero es inevitable, soy la bombilla que más brilla en un campo de tiro del que no puedo escapar.

Un perdigón que rompe mi cristal, que estropea mis cables, esos que tantas veces he vuelto a construir ya no sé ni con qué manos pues las tengo destrozadas de auto curarme, y me confié, todo este tiempo, me confié, en que por fin todo ya había terminado. No esperaba ninguna bala, ningún cable fundido, pero es inevitable, soy la bombilla que más brilla en un campo de tiro del que no puedo escapar.
Comentarios
Publicar un comentario