Adiós, mariposa

Me veo reflejada en el espejo, de nuevo, un ocho más aunque el primero fuese casi sin pretenderlo. Dos manos y unas tijeras cortan, justo por encima de los hombros, una melena que no ha vuelto a crecer desde hace ya dos años. Mientras caen los mechones por los hombros recuerdo que lo único bueno que me decías era, “qué bonito tienes el pelo, yo cuando tenía tu edad tenía la misma melena, igual de larga, todos me cortejaban por ello”. Quizá por eso, el día que tú soltaste la vida yo solté el miedo que tenía a cortarme el pelo y, mentiría, si dijese que fue, en cierto modo, como soltar una cuerda que no era consciente de estar sosteniendo. Era ocho de marzo en la ciudad que yo llamo de luces, solo porque me dio la luz que había perdido, pero de esto ya hace mucho tiempo, el caso es que estaba en ella cuando era ocho de marzo, había atascos y mucha gente alzando la voz, haciendo ruido, suele ser un día bullicioso pero, a mí, que siempre tengo cosas que decir, ese día, se me cortó la...