A ratos

A veces noto que puedo con todo, que las ganas de tirar hacia delante son más fuertes, que este dolor interno que he criado durante algo menos de dos décadas no está a ratos comiéndose lo poco que queda de mi alma. Me duele aceptarlo, me duele pensarlo, y me duele ver que si echo la vista atrás solamente puedo reconocer el miedo, el mío, a ser yo. Es bastante triste llegar a cierto momento, aunque esta vez quizá no sea demasiado tarde, y ver que has estado durante años con el miedo enredado en el corazón, viendo que te temblaba el pulso al hablar de ti, porque siempre has tenido miedo a que juzgasen. A que juzgasen lo que hacías, los motivos por los que lo hacías, lo que te gustaba, lo que no te gustaba, lo que te hacía sentir bien, o incluso lo que te hacía sentir mal, porque para ellos las cosas nunca debían ser o hacerse tal y como tú las hacías. A estas alturas admito que he crecido creyendo, que todo, absolutamente todo lo hacía al revés, nunca comprendí qué hacía tan...