Solo caballos

Volvemos a la impotencia, a no saber reaccionar.
Me asusto con el mundo, y tiemblo
Se me hielan las manos y parecen clavos congelados clavándose en mí al pasar.
No entiendo lo que pasa, y que demonios, no me entiendo a mí, como para entender el resto.
Solo quiero un refugio, donde se me calme la respiración, donde dejen de ametrallarme las lágrimas las mejillas.
Donde sea algo más que un par de ojeras que muestran las noches en vela decidiendo si esto es lo correcto, lágrimas secas que crean ríos interminables de no saber cómo sobrevivir, labios más secos y más ásperos que mi voz después de una noche de batalla,
de batalla contra mí, contra mis miedos, contra el pegarme la gran hostia o quedarme en no haberlo intentado.

Todo se resume en miedo. 

A veces me siento valiente, y digo que se puede ir todo a la mierda, puedo aguantar lo que me venga , hasta que me doy de bruces con la verdad.
Y es que me acojono.
Tiemblo, y se me encoge lo poco de alma que me quede sin romper.

Me deshago de lo que quede de mis sentimientos, de mi alma, de mi pequeña humanidad en ríos de tinta, o en ligeros toques sobre las teclas de un ordenador.
¿No veis que no se hacer nada con mi vida?
Que no me aclaro ni yo, y el papel parece entenderme mejor de lo que nadie ha conseguido comprender que la cobardía es mi forma de valentía.

Solo pido que alguien venga, y me entienda, y me explique que lío de incoherencias soy, de contradicciones, de sin sentidos.
Comprende, que  soy un paquete sin pegatina de fragilidad, porque alguien antes de ti ya lo ha roto sin atender a las súplicas, que aunque quieras no vas a reparar nada.
Podrás despertarte a las seis de la mañana y ver que estoy ahí aferrándome a la almohada, como si fuese un salvavidas, intentando no sucumbir a la misma pesadilla que tengo desde hace años, intentando no perderme en recuerdos en forma de sueños, en mi propio infierno.

No intentes calmarme, simplemente estate en silencio, es mi batalla, y no tengo intención de hacerte cómplice de ella.
La he perdido, y la he ganado un millón de veces en la misma noche, las sábanas empapadas de lágrimas y de manchas rojas son la prueba de mi gran guerra.
Quizás no dure mil años, quizás como ya quise una vez termine con ella en un intento de empezarla.
Quizás me rinda, y me hunda junto al Titanic.
O quizás tenga complejo de Fénix y renazca de mis cenizas.

No lo sé.
Y tú tampoco.

Simplemente entiende, que mi partida de ajedrez solo tiene caballos. 

Comentarios

  1. Hola Clau!
    Escribes genial, tienes una pluma muy bonita. Espero seguir leyendo cosas tuyas:)
    Por cierto, tengo un sorteo en mi blog que creo que te va a interesar.
    Gracias, nos leemos.
    Miguel.

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